
Hacer números, calcular gastos, reunirse con clientes, rendir cuentas. Tu agenda a punto de reventar con tanto garabato; tu cabeza al borde de la demencia con tanto estrés. Es lo que tiene querer labrarse una carrera como agente inmobiliario, que a veces parece que la angustia te come vivo. No sólo decidiste asomarte al abismo del negocio, sino que quisiste saltar al vacío espe...
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