Haz la prueba: intenta contar el número de runners que se cruzan contigo por la calle. Porque damos por hecho que los has visto. Están siempre ahí, dándolo todo. Un regimiento de corredores dispuesto a masacrarse las rodillas en sus carreras vespertinas. Las camisetas empapadas en sudor, las frentes perladas. Sus caras transformadas en una mueca de dolor inefable. Los vas reconociendo, ¿no es así? O mejor aún: hace tiempo que tú también te enrolaste en su secta. Ahora te cuesta conciliar el sueño por la noche si no has trotado alrededor de la manzana cual potro desbocado. Tú, que antes no te levantabas del sofá ni que hubieses aplastado una chincheta. Tú, que apaciguabas las quejas de tu conciencia pagando la cuota mensual del gimnasio. Ese centro que tienes a un minuto de casa y que sólo pisaste el día que pagaste la matrícula. ¡Quién te ha visto y quién te ve! Nos gusta este yo renovado que decide cuidarse; el urbanita que vive en plena metrópoli pero que se las ingenia para hacer ejercicio al aire libre. Los parques han pasado a ser las parroquias donde se juntan los fieles al running; todas las urbes tienen alguno especialmente frecuentado.
¿Quieres saber cuáles son?
1. Parque del Retiro (Madrid)
Fue un regalo que el conde-duque de Olivares le entregó al soberano Felipe IV a mitad del siglo XVII. Mucho ha llovido desde esa fecha, sin duda. Jamás hubiese dicho el valido del monarca que su generosa dádiva – por entonces parte del proyecto paisajístico del Palacio del Retiro – sería hoy un punto de reunión para tantos runners. Si tienes la suerte de habitar en Madrid, será en su pulmón donde demostrarás que corre por tus venas la sangre de Jesse Owens.
2. Parque de María Luisa (Sevilla)
El pasado de estas zonas verdes parece estar ligado a la nobleza. Lo que ahora es un lugar público antes fueron unos jardines privados; así se las gastaban los de rancio abolengo. El parque de María Luisa, declarado Bien de Interés Cultural en 1983, fue en su día propiedad del duque de Montpensier y la infanta María Luisa de Borbón. De qué cosas nos enteramos, ¿verdad? En la actualidad, constituye uno de los enclaves más concurridos por los devotos del deporte en Sevilla. Un sitio que entraña una historia de tiempos remotos.
3. Parque Grande José Antonio Labordeta (Zaragoza)
En el año de su inauguración, el actual Parque Grande Antonio Labordeta fue bautizado con el nombre de Primo de Rivera. Existen océanos de diferencias entre ambas personalidades; se agradece que el ayuntamiento de Zaragoza, tras el fallecimiento del cantautor y diputado, consiguiera cambiar dicho apelativo. Situado justo en las tripas de la ciudad, esta superficie pintada de verde acoge uno de los lugares más propicios para ejercitarse. Es ahí donde los maños respiran el aire más puro de su capital.
4. Campo Grande (Valladolid)
Es de sobra conocido lo que se dice sobre los triángulos, aquello de que denotan equilibrio. Las matemáticas se han basado en ese polígono para elucubrar numerosas teorías. Una figura geométrica que se puede apreciar, a lomos de un helicóptero, al sobrevolar el Campo Grande de Valladolid. Si pretendes batir tu propia marca en este parque, te recomendamos que lo hagas sin música. Quítate los cascos; deja que el trino de las aves sea el murmullo que te acompañe.
5. Parc Güell (Barcelona)
El parque por antonomasia de Barcelona es también uno de los más representativos de España. Unos sprints por sus cuestas y caminos garantizan una visita turística envidiable, una combinación exquisita entre deporte y cultura. Correr por el Parc Güell es casi como conversar con Antoni Gaudí, máximo exponente del modernismo catalán que construyó este espacio entre 1900 y 1914. Tan sólo esperamos que no te desmayes durante tus rutas; el síndrome de Stendhal asomará en cada recodo.
6. Parque de la vaguada de Las Llamas (Santander)
Aquí no hace falta remontarnos a Matusalén para encontrar las raíces de este parque; hasta ahora las áreas que hemos estudiado han correspondido a fechas ancestrales. El parque de la vaguada de las Llamas abrió sus puertas en el año 2007, hace poco más de una década. Desde ese momento, se posicionó como el principal pulmón de Santander, con una extensión que alcanza las once hectáreas. Usain Bolt cambiaría todas las medallas olímpicas que colecciona por entrenar bajo una arboleda que deja sin habla.
7. Jardín del Turia (Valencia)
Valencia es una de esas urbes que parece haber sido diseñada, casi adrede, para salir a correr. Te van a faltar dedos si tratas de contar, a ojo, el número de itinerarios que puedes realizar para desgastar la suela de tus zapatillas. Sin embargo, el emplazamiento que todo corredor valenciano debe conocer es el Jardín del Turia, fundado en 1986 para el deleite de las gentes del levante español. Los millones de turistas que recibe al año lo encumbran como el parque más visitado de España. Así que ya sabes: a correr y a eludir obstáculos.
¿Vives cerca de alguno?