¿Sabes lo que ha pasado con las hipotecas multidivisa?

La justicia es un derecho humano. No nos cansaremos de repetir este axioma universal hasta que se expanda por todos los rincones de la Tierra. A pesar de que la repartición del mundo no sea equitativa, por mucho que sean siempre los mismos quienes se agencian la parte más golosa, la ecuanimidad es un concepto que tendría que ponerse en práctica en cualquier lado. ¿Por qué el damnificado suele ser el pueblo? ¿Por qué el poderoso se va de rositas como si nada? La respuesta es sencilla: la balanza no está equilibrada, para suerte de unos y para desgracia de otros. Y un ejemplo de esto es lo que salió a la luz la semana pasada, cuando el Tribunal Supremo debía pronunciarse sobre las cláusulas abusivas de las hipotecas multidivisa. Un fallo del que depende un enorme número de afectados y que alumbra otra injusticia, otra crueldad, otra salvajada. ¿Sabes de lo que hablamos? ¿No? Entonces tendrás que seguir con la lectura.

Las hipotecas multidivisa y el Tribunal Supremo

En este artículo se refleja todo lo acontecido con las hipotecas multidivisa.

¿Qué son las hipotecas multidivisa?

Vamos a ser directos: una hipoteca multidivisa vendría a ser un préstamo que se vale de una moneda extranjera – normalmente el yen o el franco suizo – para proceder al pago de tus cuotas mensuales. De esta manera, el prestatario se beneficia de las evidentes diferencias que hay entre los tipos de interés existentes en las economías de cada país. ¿Nos sigues? De acuerdo. Pues si ya leíste el artículo donde argumentamos las divergencias entre las hipotecas fijas y variables, te debiste dar cuenta de que aparecía en esas líneas una palabreja que habrás escuchado bastante: el euríbor. El medidor usado en Europa para estipular el precio de determinados créditos. Pues resulta que al apostar por una hipoteca en una divisa foránea ese índice ya no sirve, dejando vía libre al LIBOR como referencia en la que basarse. ¿Y cómo funciona? Pues de la misma forma que una hipoteca al uso, pero con la salvedad de que tus números aparecerán en la moneda seleccionada, ya sean yenes, francos suizos o maravedíes. Nada de euros.

¿Y dónde está el problema?

Pues en la letra pequeña, como en la mayoría de los casos. O mejor dicho: en la letra que jamás viste ni leíste. En las hipotecas multidivisa las fluctuaciones del mercado cobran una importancia providencial. ¿Que qué queremos decir? Muy fácil. Si tú quieres pagar tus mensualidades en yenes – calculando el valor de esa moneda respecto al euro -, deberás saber que ese valor puede cambiar debido a los vaivenes que mecen la economía. Hoy el yen puede valer tanto, pero no podemos adivinar si el cambio de divisa mañana te saldrá caro. Una evolución que puede perjudicarte sobremanera y de la que debes estar informado de antemano. No puedes meterte en estos berenjenales sin que te hayan prevenido de lo que puede ocurrir, una tarea que le corresponde al profesional que te atendió al adquirirla. Al banco. Y en este punto radica el problema. En un futuro podrías salir perdiendo, y te deben advertir sobre esos riesgos.

¿Y qué ha ocurrido?

Los hechos acaecidos a lo largo de las últimas semanas han puesto en un aprieto a las hipotecas multidivisa. Aunque, ahora que lo pensamos, tal vez los que están en un aprieto son las 70.000 familias españoles fastidiadas por esta desinformación, por la falta de transparencia por parte de las entidades que les vendieron este producto. El pasado día 20, una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea decía que “cuando una institución financiera concede un préstamo denominada en divisa extranjera, debe facilitar al prestatario la información suficiente para que este pueda tomar decisiones fundadas y prudentes. Por lo tanto, el profesional debe comunicar al consumidor afectado toda la información pertinente que le permita valorar las consecuencias económicas de una cláusula sobre sus obligaciones financieras”. Ahora la pelota está en el tejado del Tribunal Supremo, que ese mismo día retrasó su fallo hasta el 5 de octubre sobre un caso del despacho Gabeiras & Asociados contra Caixabank.

¿Te ha quedado todo más claro?

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