Venezuela es un país devastado por las circunstancias. Por la acción de listos que decidieron convertir el sufrimiento del resto en su principal fuente de ingresos. Por dirigentes políticos que, a base de ocupar un cargo, se creyeron con potestad para vaciar las arcas en su propio beneficio. Sin embargo, entre todo lo que te puedas imaginar, destaca el Helicoide. El símbolo de la prosperidad truncada que se acabó convirtiendo en un centro de torturas.
El Helicoide: el centro de torturas más famoso de toda Venezuela
Ensalzado por las palabras de Pablo Neruda. Con la promesa de Salvador Dalí de decorarlo con su toque particular. Así nacía el proyecto del Helicoide. Una construcción venezolana que iba a marcar su camino como país referente de la América Latina.
Comenzó a construirse a mediados del siglo XX. Por aquel entonces las condiciones venezolanas eran radicalmente diferentes a las actuales. La prosperidad se palpaba. Ser de Venezuela era una razón adicional para ser feliz. Sin embargo, como todo sueño que acaba con el amanecer, ahora se ha transformado en la pesadilla de muchos ciudadanos que nunca votaron por este destino.
El Helicoide es el centro de torturas y el lugar penitenciario de presos políticos más famoso de toda Venezuela. Para que te hagas una idea de su importancia, entre 2017 y 2018 se conocen, por lo menos, 32 casos de presos que fueron llevados y tratados en las peores condiciones posibles. Agresiones, condiciones infrahumanas, prohibición de utilizar los servicios… Todo para obtener respuestas para salvaguardar el orden público. Excusas baratas, por supuesto.
Entre todos los casos destaca el de Fernando Albán. Político y opositor al régimen que fue asesinado entre estas paredes.
Pero ¿qué iba a ser el Helicoide en un principio?
Como todo sueño que se trunca, el primero de los destinos era mucho más bonito. En sí, se trataba de un complejo comercial referencia en América Latina. El primer centro de autoconsumo. Para que lo entiendas, semejante a un McDonalds. Acudías y te autoservías con el coche. Sin tener que bajarte.
Hoy en día no es más que la sombra del destino de un proyecto político y social fracasado.