Ojalá pudiéramos decir que no sabemos qué hacer con tanto dinero. Imagínate a ti mismo en plan ricachón, arrellanado en tu poltrona y contando billetes como el Lobo de Wall Street. Atípica y magnífica visión, ¿verdad? Ahora no vengas haciéndote el humilde. Nos vamos conociendo desde que este blog encendió sus motores, y sabemos que unos millones ingresados en tu cuenta corriente jamás te dolerían. Es más, las pelas te irían de perlas. Podrías dar la vuelta al mundo ochenta veces, atiborrarte a estrellas Michelin en los restaurantes más finolis, dejar propinas que equivaldrían a sueldos mensuales. Nada es imposible cuando puedes pavimentar el camino que lleva a tu casa con pepitas de oro; al diablo con los guijarros. En este supuesto, las locuras no se encorsetan. Esa es la realidad en la que viven inmersos – y no parece que vayan a renunciar a su estilo de vida – los famosos más adinerados del planeta. Sus casas son el vivo ejemplo de la opulencia en la que se bañan, palacios donde no faltan las excentricidades. Los caprichos de la clase pudiente no conocen frenos.
¿Te gustaría obtener un pase VIP para poder visitar sus propiedades?
1. El cuarto para gafas de Elton John
Ante el excelentísimo sir Elton John, todos deberíamos santiguarnos y postrarnos de rodillas. No hace falta ser un melómano empedernido para saber que, nos guste o no, estamos ante uno de los músicos más exitosos de la historia. Con 300 millones de discos vendidos a lo largo de sus 50 años de trayectoria, este artista tan extravagante ha sido capaz de ganar cinco premios Grammy, cinco Brit, un Globo de Oro, un Tony y un Oscar. Un éxito inapelable, no cabe duda. Un genio de la canción atrincherado tras unas gafas de sol indisociables en su imagen. En una ocasión, este talento nacido en Inglaterra afirmó haberse comprado – en todo lo que lleva de vida – más de 20.000 lentes. Fue durante una gira que realizó en Brasil cuando, en una muestra de afecto algo exagerada, solicitó que todas sus gafas fueran alojadas en una habitación de hotel. En su casa están almacenadas en este armario, cómo no podía ser de otra forma.
2. El aeropuerto de John Travolta
Se trata de uno de los iconos cinematográficos de Hollywood. Un actor iluminado por los destellos de los flashes desde cintas como Grease y Fiebre del sábado noche. La pasión por el cine ardió en John Travolta desde bien joven, pero esa no fue nunca su única obsesión. A sabiendas de que su carrera iba a volar bien alto, el intérprete decidió sacarse varias licencias de piloto para combatir el vértigo de su fama. Porque tienes que saber – en caso de que estés en la inopia – que el protagonista de Pulp fiction cuenta con una casa que es una auténtico aeropuerto. Se gastó 2,5 millones de dólares en la construcción de una mansión que linda con los extremos del aeródromo de Ocala. Es en esa propiedad donde tiene estacionados sus jets, con los que se desplaza hasta los rodajes de sus películas. ¿Sabías que también cobra por ser la imagen de la aerolínea australiana Qantas? Este señor lleva la vida que siempre soñó.
3. La bodega de vinos de Oprah Winfrey
Suele decirse que es una de las mujeres más acaudaladas del mundo. La lista de sus profesiones es tan larga como los ceros que guarda en su banco: periodista, presentadora de televisión, productora, actriz, empresaria, filántropa y crítica literaria. Si no te has forrado tras haberlo intentado con tanto tesón, apaga y vámonos. Pero Oprah Winfrey nació para triunfar, para ser líder de audiencias y para ser la celebridad más poderosa en 2005, 2007, 2008, 2010 y 2013. O al menos eso sentenció una tal revista Forbes. No obstante, la Winfrey también llegó al mundo para deleitarse con una de sus debilidades: el vino. La casucha que compró en Colorado por 14 millones de dólares es la prueba de lo que exponemos. ¿Que por qué? Pues porque cuenta con una bodega medio escondida que alberga 1600 botellas, cantidad que tumbaría al beodo más entregado. El acceso a esta cava se efectúa a través de un antiguo túnel minero, con riel incluido. Toda una aventura digna de videojuego.
4. La zona de juegos de Lady Gaga
Las aguas vidriosas del Caribe constituyen uno de los destinos más señalados por las estrellas. Es por eso que Lady Gaga – la cantante que saltó al escenario en 2008 para hacer tambalear la industria de la música – adquirió una mansión en Malibú que le costó 23 millones de dólares. La propiedad es tan grande que no cabría ni en las fantasías del más ambicioso, pues abarca una superficie que mide 2,4 hectáreas. Con ese tamaño tan bestial, el inmueble tiene la capacidad de albergar cinco dormitorios, doce baños, una bodega de vinos (no tan espectacular como la de Oprah, pero no está nada mal) y un espacio que haría las delicias de Peter Pan y los niños perdidos. Lady Gaga es dueña de una cueva en la que cobijarse para soltar estrés, para evadirse de tanta gira y concierto. Por eso en su casita ha dejado un huequecillo para una bolera y unas máquinas de baloncesto. Un salón recreativo privado, ¿por qué no?
5. El zapatero de Mariah Carey
Otra cantante que también se ha hecho de oro explotando su timbre vocal es Mariah Carey. Una de las voces más reconocibles del panorama musical que acostumbra a colarse en todas las emisoras. Incluso con el oído taponado podrías identificar sus letras, unas melodías que servirán para que a los hijos de los hijos de sus hijos nunca les falte de nada. Y es que cuando te pones a echar números, entiendes el porqué de su fortuna: las ventas de sus álbumes ascienden a los 200 millones de copias. ¿Tú sabes los beneficios económicos que supone tal barbaridad? Cosa de locos. Para evidenciar el poder adquisitivo que ostenta la Carey, basta recordar lo que anunció hace tiempo, aquello de que los zapatos eran su perdición. Aseguró que en su casa guardaba más de mil. ¿No te lo crees? Echa un vistazo a su zapatero, anda.
¿Qué instalarías tú en tu casa si tuvieras tanto dinero?