Copiamos a los demás porque nos gusta lo que vemos. Y no hay nada de malo en ello, oiga. Si contamos con el consentimiento de los propios autores, ¿qué daño hace que adaptemos sus productos? ¿Qué importará que bebamos de fuentes ajenas? Orgullosos deberían sentirse los creadores que han ideado estilos envidiables; su filosofía habrá avanzado a través del globo para dejar huellas profundas en parajes extranjeros. Marcas imborrables. Las modas se contagian como si fuesen una epidemia. Por eso la fiebre por la decoración escandinava, presente ya en multitud de casas españolas, ha significado toda una revolución en el campo de la estética del hogar. ¿Qué opinarán los fundadores de ese movimiento cuando dirijan su vista hacia el sur de Europa? Pensarán que son unos genios. Creerán que sus diseños han triunfado como la Coca-Cola. Motivo que nos impulsa a estudiar las peculiaridades que describen los contornos de una figura sin par, única en el sector del interiorismo.
Estas son las características del estilo escandinavo.
¿Cuál es su origen?
A grandes rasgos (porque no queremos relatarte la Biblia), diremos que el nacimiento de este fenómeno tuvo lugar, como es de suponer, en los países norteños del viejo continente. Suecia, Noruega, Finlandia, Islandia y Dinamarca son los máximos exponentes de un estilo que ha explotado como una bomba de racimo. Su metralla ha impactado en el resto de naciones europeas, abriendo boquetes que ya no se pueden tapar en numerosos hogares. Fue durante el periodo de entreguerras cuando vio la luz esta corriente interiorista. Aunque el término no se acuñó hasta 1954, después de que una exposición titulada Diseño en Escandinavia se paseara por Norteamérica. Ahí fue cuando el modo de vivir nórdico se dio a conocer.
¿Cuál es su razón de ser?
La gente que vive en zonas septentrionales debe protegerse de un frío glacial, insoportable. La cantidad de horas que pasan en casa al amparo de temperaturas negativas los ha llevado a elaborar, obligados por las inclemencias del tiempo, un concepto estético que proyecta los objetos, los muebles, como elementos funcionales. Pero estos elementos no sólo despuntan por ser utilitarios; su diseño los convierte en elegantes y sencillos. ¿Y qué ocurre cuando se suma la belleza con la funcionalidad? Pues que empezarás a apreciar el estilo de vida danés denominado hygge, aquel que consiste en el placer de las pequeñas cosas. Un pensamiento que entiende la felicidad como un buen libro frente a la chimenea, como una tarde con amigos en tu salón.
¿Y cuáles son los mejores consejos para esta decoración tan singular?
1. La comodidad es lo primero
A simple vista, puede parecer que la modernidad de su mobiliario sea una cuestión prioritaria en la decoración del hogar. Pero no es así. En el diseño escandinavo lo que prima es la comodidad de los habitantes de la casa. De otra forma, ¿cómo alcanzarás el anhelado espíritu hygge? Si la cama en la que duermes te produce un sueño reparador, será porque te hace sentir reconfortado. Si los invitados no quieren moverse de tu sofá al entrar en tu casa, será porque acertaste cuando lo compraste. Recuerda: el confort es esencial. De ahí que los espacios diáfanos sean los que más se llevan. La sofisticación pasa a un segundo plano.
2. Los colores pálidos son básicos
Huye de las tonalidades chillonas, rechaza los colores llamativos. La decoración nórdica pretende que tu casa sea un remanso de paz, una guarida que desprenda armonía en todos sus rincones. Y ese nivel de relajación sólo puede conseguirse con una paleta cromática suave. Aquí no caben las estridencias; sean bienvenidos los tonos claros. Sólo así la serenidad podrá convertirse en un habitante más de tu humilde morada.
3. El secreto está en los detalles
¿Te acuerdas de lo que decía el método Kon Marie? Aquello de almacenar sólo lo que te trae reminiscencias agradables? Perfecto. Porque si quieres que tu casa parezca sacada de un catálogo de interiorismo sueco, tendrás que aplicar esa misma técnica. Cuelga en la pared las fotografías más chulas que tengas, apoya en tus estanterías las láminas con las que estés más encariñado. Son los detalles ínfimos los que pueden cambiar el mundo; imagina por un momento lo que harán por tu hogar. Es necesario que los ornamentos hablen de ti. Por eso los adornos reciclados, que ya han vivido otras vidas y cuentan tantas cosas, también deberían salpicar tu casa.
4. La relevancia de la naturaleza
La madre naturaleza acoge al estilo norteño entre sus brazos para acunarlo, para susurrarle que sin ella su personalidad no sería la misma. Y entre la gama de componentes naturales que se encuentran diseminados por el mundo, aquí la madera cobra un sentido especial. Se trata de un material que desprende una calidez necesaria en entornos gélidos. Y en las latitudes boreales donde los bosques son tan frondosos como la barba de Karl Marx, ese producto abunda. Vigas, suelos, mesas… Una madera que, combinada con un personaje secundario como la vegetación, brillará como nunca. Pon un poquito de verde en tu cueva, haz el favor. Tu salón será el no va más.
5. El tratamiento de la luz
La claridad es un bien escaso en la feliz y a la vez sombría Escandinavia. Las condiciones geográficas de esos territorios hacen que alguien le dé al interruptor demasiado pronto. Sobre todo en invierno. Ahora comprenderás por qué los nativos se esmeran tanto en la iluminación de sus casas. Ahí tienes la razón por la que deberás repartir velas, bombillas y lámparas de todas las formas si quieres que tu propiedad irradie luz tenue. Sí, el inconfundible encanto de la luz tenue.
Tras leer estas recomendaciones, dependerá de ti quedarte rezagado en las últimas tendencias en decoración.