¿Quieres cambiar tu hipoteca de banco y no sabes cómo?

Salvando las diferencias, podríamos decir que una hipoteca es comparable a un matrimonio. Espera, no pongas el grito en el cielo aún, que estás a punto de armar la de San Quintín. Maticemos la analogía para calmar tus aguas. Sabemos que no estamos ante un lazo que haya unido Dios para que luego vaya el hombre a separarlo, a desbaratarlo para que todo se desmorone como un castillo de naipes. En los asuntos de la iglesia no queremos inmiscuirnos; Él nos guarde. Sólo intentábamos transmitir el concepto de relación duradera, a pesar de que haya enlaces más cortos que una carrera de cien metros lisos. Aunque tampoco vayas a pensar – pobre iluso – que el compromiso que adquieres al firmar una hipoteca es divino. No es sagrado. El descenso a los infiernos de Dante si decides cambiar de banco son meras habladurías. En el terreno legal, un traslado hipotecario a otra entidad no se penaliza con el averno. De hecho, es una práctica del todo común en esta vida loca. ¿Quieres saber cómo llevarte tu préstamo a otra institución?

Cómo cambiar la hipoteca de banco

Atiende, querido lector. Nuestra palabra también va a misa.

Lo que dice la legislación

Ante todo, debes saber lo siguiente: este procedimiento está recogido por la Ley 2/1994 desde que el mundo es mundo. Sacúdete los miedos y actúa con aplomo, amigo. Te ampara un marco legal más incorruptible que los querubines que custodian las puertas del paraíso. Esta legislación se creó para regular la subrogación y la modificación de los créditos hipotecarios. Juramos que decimos la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Y si eres receloso en cuanto a todo lo que te contamos, consulta el BOE y que sean los documentos del Estado los que te convenzan.

¿Pero cuáles son los pasos que deben darse para cambiar la hipoteca de banco?

1. Dirígete a tu nueva entidad

Si te han impuesto unas condiciones con las que ahora estás descontento, deberás encontrar otra entidad que sepa satisfacer tus pretensiones. Busca, investiga, husmea entre las cláusulas que te ofrece la competencia. Cuando hayas tropezado con la propuesta ideal, tendrás que hablar con tu futuro banco para que ponga sobre la mesa una oferta vinculante, aquella a la que no podrás decirle nanay. Demasiado suculenta para que ahora, de repente, nos hagas creer que eres de piedra.

2. Comunicación entre bancos

Cualquier asunto que involucre papeleo produce jaqueca. ¿Que sólo has leído dos líneas del artículo? Tranquilo, no vamos a escandalizarnos; somos conscientes de que estamos desmenuzando un tema enmarañado. Pero una vez tu flamante banco te haya seducido, luego ya no tendrás que preocuparte de nada. Tu nueva entidad se pondrá en contacto con la antigua para detallarle, con pelos y señales, la decisión que has tomado. La comunicación se establecerá a través de vía notarial, para que conste que tu futuro banco se subroga en tu antiguo préstamo hipotecario. ¿Y cómo debe proceder la que hasta ahora había sido tu entidad de confianza? Pues tendrá que expedir, en un plazo máximo de siete días, un certificado que manifieste la deuda que tú, querido interesado, contrajiste con la institución.

3. La posible contraoferta

En esta hipótesis tan factible, los bancos se comportan como las empresas telefónicas. ¿Nunca has querido darte de baja y mudarte de compañía? Nos parecería mentira que siempre te hayas mantenido fiel a la misma. ¡Eso sí que es peor que un matrimonio! En fin, que nos vamos por los cerros de Úbeda. Es probable que ante la opción de cambiar de aires, tu antiguo banco lance una contraoferta. ¿Y cómo puede llevar a cabo esa acción? Fácil, muy fácil: enervando la subrogación. Es decir, manifestando ante el mismo notario que desea igualar – con carácter vinculante – las condiciones prometidas por la otra entidad. Dispondrá de quince días hábiles para hacer llegar su proposición. ¿Te va quedando claro?

4. Si no hay contraoferta o certificado de deudas

Despreocúpate. Estamos sopesando todas las posibilidades para dejarlo todo bien atado. Podría ser que tu ex banco – en una exhibición de indiferencia – no ofrezca señales de vida ante tu intención de marcharte. Es ahí cuando la entidad que te acaba de fichar debe pagarle a su predecesora tus deudas, aquellas relacionadas con capital, intereses y comisiones. ¿Y qué ocurriría si el anterior banco no entrega el documento de tus pagos pendientes? Nada importante. En ese supuesto, tu recién estrenada entidad tendrá que calcular tus adeudos para saldarlos con el notario. Y aquí no vale hacer la vista gorda; aquí hay que ser honrados y sufragarlo todo.

¿Estás dispuesto a cambiarte? El camino que se extiende ante ti no es complicado.

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