La cláusula trampa del propietario para entrar en tu casa

¿Sabes eso de que siempre comienzo los artículos con una pregunta para captar tu atención y todo eso de la escritura persuasiva? Bueno, pues hoy en Globaliza estamos innovadores.

Así que en lugar de captar tu mirada con artimañas de redactores, quiero que evoques una imagen muy sugerente en tu mente. Que la saborees si es necesario. Siempre leerás mejor si lo haces con los cinco sentidos.

Estás en el baño. Acabas de salir de la ducha. Vistes con tu albornoz y cantas una canción que te enciende por dentro como si todo Wembley te estuviera escuchando.

Y oyes el sonido de una cerradura que se abre.

Lo más probable es que al principio pienses que sea la del vecino y tu sigas con tu ritual, que ese público no te esperará para siempre.

Pero no, más sonido y una puerta que se abre. Tu puerta.

¿Te estarán robando? Después de una chispa de valentía y el pensamiento suicida de enfrentarte a los ladrones, decides que la mejor idea es esconderte.

Pero claro. Entre el albornoz, los nervios y el agua del suelo de la ducha, en lugar de en Prison Break parece que protagonizas un sketch de los Monty Python.

Para alegría de tu dignidad, no suenan risas enlatadas ni te graban un primer plano de tu cara de estupefacción cuando ves que la persona que ha entrado es tu casero.

Una conversación natural para una situación extraordinaria

La cláusula del contrato falsa de tu casero
Fuente: Pixabay

¿Qué le dirías? Dios, ojalá este artículo estuviera preparado en plan Elige tu propia aventura. Pero no. Así que vamos a prepararlo de manera artesanal. Necesito de tu máxima colaboración e imaginación para este momento. ¡Hazlo épico!

—Hola, ¿qué tal? Que vengo a ver cómo está la casa.

Y ante tu incrédula pregunta de qué demonios está pasando te contestaría:

—¿No leíste la cláusula del contrato en la que pactamos esto?

Ante lo que tú guardas silencio. Porque, ¿qué vas a decir a algo que has firmado, verdad?

Si estuvieras jugando al tabú aquí sonaría ese sonido de mil demonios por haber cometido un error: ¡es nula aunque la firmes!

¿Puede pactarse en el contrato de arrendamiento que el propietario pueda entrar a la casa?

La cláusula del contrato de arrendamiento
Fuente: PIxabay

¿Sabes aquello de hecha la ley, hecha la trampa? Pues no, aquí todo eso no vale. Así que si te viene con el refranero popular, con los dichos de su tía la del pueblo o con adivinanzas, que lo haga desde el otro lado de la puerta.

La respuesta es que no. Te lo repito en mayúsculas para que se te quede grabado: NO. ¡NO! ¡NOOOOOOO!

A veces, que uno se viene arriba con los engaños y pierde los papeles. Ya sabes que escribir es cuestión de pasiones.

Y no es que lo diga yo con un entusiasmo que podría movilizar a las masas, sino que es la palabra de los tribunales de este país.

Que ya sabes lo que se dice: sentencia en el BOE, la cumples y te jodes.

No sé cómo no exportamos esta sabiduría popular por todo el mundo. Eso sí que es Marca España.

Si has firmado un contrato en el que había una cláusula que decía que el casero puede entrar en tu caso cuando quieras, necesitas saber que es nula.

Y, ojo, que entonces te dirá que si el contrato es nulo tendrás que marcharte de tu casa.

Justo ahí sacarás tu arma secreta. Una respuesta que no se espera —salvo que sea abogado, claro—. Le dirás: «una cláusula nula que no es una parte fundamental del contrato y que se puede eliminar sin perjudicar al resto supone la nulidad completa».

¡Boom!

Y que sí, que lo más probable es que te ganes un enemigo para toda la vida, que se busque a otro para renovar tu contrato y todas estas cosas. Pero ya sabes lo que dicen: no puedes ganar todas las batallas.

Solo hay una excepción, que es la que está regulada en la Ley de Arrendamientos Urbanos y que indica que se podrá acceder por motivo de obra, reparaciones o urgencia y que estos hechos no puedan esperar a que acabe el período del contrato.

¿Y cómo puede haber tantas dudas en algo tan básico?

Las dudas a la hora de firmar un contrato de alquiler
Fuente: Pixabay

Porque como en toda ley, la ambigüedad es una parte fundamental de su funcionamiento.

Si es que siempre nos pasa lo mismo. Seguro que ya lo predijeron Los Simpson y todo. Que legislamos en abstracto por bandera para poder aplicar la norma a más y nos olvidamos de que vivimos con la mente en lo idílico de una legislación perfecta.

¿Y qué pasa? Que cuando despertamos el golpe es mayor. Ahí te percatas de que la ley funciona para todos los casos menos para el previsto.

Pero bueno, que seguro que nadie se da cuenta, así que mejor dejarla así y si te he visto no me acuerdo.

¡Vaya por dios!

El problema con la LAU (que son las siglas de la Ley de Arrendamientos Urbanos y no esa novia que se llamaba Laura cuando eras un adolescente) es que solo establece los casos en los que el casero puede entrar en tu hogar, pero nunca especifica cuándo no.

Y esto es un caldo de cultivo para que se arme la gozadera más pronto que tarde.

Por suerte hay muchos expertos que ya piden una reforma de todo esto. Esos que piden menos caseros listos, menos problemas en los juzgados y más felicidad para todos.

Vaya, lo de legislar para ser felices.

Utopías.

Así que ya sabes que la próxima vez que estés en albornoz y tu casero entre le puedes decir que se vaya por donde ha venido. Porque ni él ni nadie puede cambiarte.

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