Cooperativas de viviendas: el régimen que funciona

Estalló la burbuja inmobiliaria y su detonación sepultó el mercado. Lo que antes fue un campo fecundo se convirtió en un páramo cubierto de cascotes. El panorama no podía ser más desolador. Pero como siempre sucede cuando todo queda arrasado por el caballo de Atila, un destello de esperanza comenzó a refulgir en el rincón más penumbroso. La paulatina recuperación económica que ya tocamos en un artículo –  y que acalló incluso al más agorero – está devolviendo la forma original a una situación que se había desfigurado. Los protagonistas vuelven a brillar con luz propia. Un resplandor renovado que también experimentan las cooperativas de viviendas. Esas asociaciones que parecían haber perdido cualquier atisbo de fulgor y que ahora, recobrada su antigua influencia dentro del sector, ejercen todo su poder. Están vivitas y coleando. ¿Quieres saber cómo han vuelto a escena? Entonces ya puedes espabilar y quitarte las legañas, que la explicación está repleta de detalles.

Las ventajas de una cooperativa de viviendas

Aquí tienes cuatro pinceladas sobre el tema.

¿Qué son las cooperativas de viviendas?

Antes de meternos de lleno en materia, deberíamos revisar el significado de este concepto. ¿No se han extraviado nunca tus ojos por la sección inmobiliaria de un periódico? Porque por ahí suelen dejarse caer dichos términos. Una cooperativa de viviendas está formada por un grupo de personas que comparte un objetivo común, una meta que sobresale por su carácter noble: encontrar un hogar. Todo el mundo tiene derecho a una casa, ¿no es así? Pues supón que este conjunto de individuos persigue un acceso a la propiedad que sea rentable, que sea fiable. Que garantice ciertas condiciones de calidad. Y no sólo eso: intenta pensar en una entidad sin ánimo de lucro con todas esas ambiciones. Idílico, ¿verdad? He aquí los valores que describen una cooperativa de viviendas.

¿Cómo funcionan?

Toda empresa se articula mediante un eje vertebrador único, y el funcionamiento de estas asociaciones es singular como pocos. En resumen: digamos que es la propia cooperativa la que se encarga de promocionar unas viviendas que, más tarde, irán a parar a manos de sus socios. Aquí no existen los intermediarios; esto es un “yo me lo guiso, yo me lo como”. Suena un poco raro, casi utópico. Pero es que nada de esto tendría sentido sin las sumas que debes abonar para formar parte de la cooperativa. Claro, por favor. ¿Pensabas que te iban a entregar un inmueble por tu cara bonita? No es del todo así. Si quieres ingresar en la banda tendrás apoquinar una cuota de ingreso y otra para el capital social. Sin olvidarte de las aportaciones para financiar las propiedades. De esta manera, tu rol como socio se triplicará para que también hagas las veces de promotor y adjudicatario de la vivienda. ¿Cómo lo ves?

El rol de las gestoras

Pero tampoco vayas a pensar que aquí te lo montarás todo tú sólo, porque no va a ser así. Tenemos fe en tu fuerza de voluntad y en la de tus socios, pero no podréis tirar del carro sin una pequeña ayuda. Existe un ente que desempeñará unas tareas obligatorias en tus andanzas inmobiliarias: la gestora. Su papel en este entramado no puede pasarse por alto; sin ellas nada de esto sería posible. Esta sociedad se responsabilizará de conseguir el terreno, de tramitar las licencias, de contratar profesionales… Una labor gris que no se aprecia a simple vista, pero que resulta crucial.

De acuerdo, ahora viene lo bueno. ¿Cuáles son los beneficios que generan para sus habitantes?

1. Mayor rentabilidad

Sabes de sobra que el sector ha subido el valor de los inmuebles hasta alturas mareantes. ¿Quién se atreve a comprarse una casa a día de hoy? Cosa de locos. Pues la intención de estas cooperativas consiste, precisamente, en bajar los importes de forma significativa. Gracias a este método, las viviendas pueden conseguirse a precio de coste. Digamos que en la industria tradicional, entrando ya en comparaciones, los importes siempre serán entre un 20 y un 30 % más caros. Estas asociaciones pelean que da gusto para que no tengas que abonar barbaridades.

2. Participación en el proyecto

Esta filosofía pretende que seas un personaje más de la historia. De principio a fin. ¿Y qué quiere decir esto? Significa que tendrás capacidad de decisión durante todas las etapas del proceso: desde que se compra el suelo hasta que se coloca la última teja de la casa. Podrás personalizar el inmueble tanto como quieras. El diseño de tu futuro hogar está en tus manos; no vendrá definido de serie. Una concepción arquitectónica ideada según tu criterio.

3. Facilidad para acceder a los créditos

Los bancos miran con recelo a todo aquel que solicite un crédito. Nunca tienen el horno para bollos, para qué engañarnos. Los promotores no están bien vistos. Pero la cosa cambia cuando un grupo de personas acude a sus puertas hablando con una sola voz, como un equipo cohesionado, seguro de sí mismo. Ahí es cuando otro gallo canta. Si el conjunto presenta ingresos, los créditos se repartirán como si fuesen folletos de discoteca.

4. Te ahorras impuestos

Las finanzas de una cooperativa están ancladas en el seno de la economía social. A decir verdad, la fomentan. Participan en ella. ¿Y qué ocurre cuando te ciñes a ese modelo económico? Te lo diremos así: ocurren milagros. ¿Te suenan algunos impuestos denominados IVA y AJD? De acuerdo. Bórralos de tu imaginario. Ya no tendrás que pagarlos mientras formes parte de la cooperativa de viviendas. Por cierto, no te habíamos dicho que si deseas darte de baja de la entidad, podrás hacerlo sin ningún castigo punitivo. Siempre y cuando esa renuncia esté justificada, por supuesto. Es más: te devolverán las cuantías que hayas entregado relacionadas con las propiedades. Aunque es cierto que algunos estatutos establecen un tiempo de permanencia mínimo.

Larga vida a un régimen tan exitoso. ¿Sabías que en España se están desarrollando 67.590 casas que siguen ese modelo?

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